
Guillermo y su esposa, Máxima de Holanda, llegaron a las puertas del castillo montados en bicicleta.
El matrimonio real hizo así uso de uno de los medios de transporte más popular en los Países Bajos. Ambos se revelaron como unos auténticos expertos encima del sillín. Ni el impecable traje de chaqueta del Heredero al trono holandés ni los tacones de la Princesa fueron obstáculo para demostrar sus habilidades y su inagotable sentido del humor.
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