jueves, 27 de marzo de 2014

ALGUIEN QUE NO APRECIA LA VIDA, NO MERECE VIVIRLA...ESO DEBIÓ PENSAR ESTA MUJER QUE TENÍA EN SU PODER 9 MILLONES DE DÓLARES EN UN PISAZO EN MANHATTAN, JOYAS Y COCHES DE LUJO Y ROPA.ME REFIERO A L` WREN SCOTT.




Me pregunto que le pasó a esta espectacular mujer que tenía todo en la vida, para tomar una decisión tan terrible y darse una muerte tan triste, dura y dolorosa, ahorcándose con su propio pañuelo ....

 Mick Jagger estuvo arropado por sus hijos, quienes hicieron piña en torno a él, y sin que su rostro pudiera ocultar las huellas del dolor que estos días le ha invadido por la triste sorpresa, de la pédida de la que fué su novia desde hace 11 años y con la que compartía su vida, la diseñadora y ex modeloL’Wren Scott, fué enterrada en las Angeles.

L'Wren Scott y Mick Jagger en una imagen de archivo (I.C.)
El artista estaba en Australia cuando se enteró de la trágica e inesperada noticia del fallecimiento de su novia y voló pocos días después a Estados Unidos para hacer los preparativos del funeral y entierro. En todo momento estuvo arropado por sus hijas, sobre todo Georgia, que volaba de camino a Australia cuando se conoció la noticia. Los Rolling Stones cancelaron el tour que tenían previsto en el continente por respeto a su compañero y se solidarizaron con su dolor. La gira europea del conjunto arrancará en Oslo el 26 de mayo y pasará por España, por Madrid, el 25 de junio.

Mick Jagger, en su hotel, con sus hijos James, Gabriel y Georgia .

Los restos de L’Wren reposan en The Hollywood Forever Cementery, donde se celebró un funeral previo al entierro.

Las hijas de Mick Jagger, Elizabeth y Georgia, asistieron también al funeral y entierro de la novia de su padre .

Nicole Kidman, que trabajó con L'Wren Scott en la película Eyes Wide Shut, colaboración que le dio fama como diseñadora, asistió al funeral.

Las hijas de Mick, Karis y Jade, que va a ser madre por tercera vez, intervinieron en la ceremonia

Keith Urban acompañó a su mujer, Nicole Kidman, a la ceremonia de despedida de la diseñadora .

Se les veía felices y enamorados, ella siempre abrazada a su lado y muy sonriente .

DEP.... L` WREN SCOTT.

PHIONA MUTESI, LA NIÑA UGANDESA QUE ES LA REINA DEL AJEDREZ AFRICANA, GRACIAS A UN JOVEN MISIONERO QUE LA ENSEÑÓ TODO SOBRE ESTE JUEGO.


Phiona creció en una de las zonas más pobres del mundo. No sabía leer ni escribir y vivía con hambre casi todos los días. Su padre y su hermana mayor murieron y su madre no estaba en la casa. Ni siquiera sabe la fecha exacta de su nacimiento, aproximadamente entre 1993 y 1995.
El hogar de Phiona está en Katwe, que corresponde a los barrios pobres de la capital de Uganda, Kampala. Sus andanzas comenzaron en 2005 cuando a la edad de nueve años deambulaba por las calles.

En Katwe hoy en día no hay electricidad, ni agua corriente, y sus calles están hechas de arcilla apisonada. Los hogares son más bien chozas temporales hechas a partir de los desechos. Ratas, perros y otros animales conviven con las personas. El 50% de las madres son jóvenes adolescentes.
No tenía dinero para ir a la escuela, sin embargo conoció a Robert Katende, junto a ella en la fotografía, un misionero y maestro de ajedrez. Le ofreció comida, pero le advirtió que debía recibir una lección de ajedrez y llegó a un acuerdo con Phiona.Este fue el momento en que cambió su vida. Pronto Phiona sintió curiosidad, "Cuando vi por primera vez el ajedrez, sólo pensé ¿otros niños pierden la cabeza por esto? Entonces los vi jugar y estaban felices y emocionados, y yo también quería tener la oportunidad de ser feliz".

El ajedrez me dio la oportunidad de regresar a la escuela y me enseñó que hay otra vida,A pesar de que mucha gente en Uganda cree que la actividad de ajedrez es exclusivamente masculina, a Phiona no le importa. Junto al juego, ella no sólo aprendió a leer y escribir, sino que llegó a hablar inglés y quiere estudiar y convertirse en doctora.

Ella corría todos los días 6,5 kilómetros de las chozas al lugar donde Katende tenía sólo siete tableros de ajedrez con algunas piezas faltantes reemplazadas por trozos de escombros.
Katende se dio cuenta de que Phiona tenía talento y decidió probarla haciéndola jugar con los jugadores más fuertes de su escuela.

Si el ajedrez tiene rostro, para Phiona tendría el de Robert Katende, un misionero con otra gran historia detrás, director regional de una organización cristiana que intenta recuperar a los niños más desfavorecidos a través del deporte. 

Después de rescatarse a sí mismo gracias al fútbol, Katende impulsó un programa de ajedrez, la tabla de salvación a la que un día se agarró una niña sucia y desvalida, una de tantas. La pequeña Phiona buscaba algo de comida para su hermano. Katende le ofreció un cuenco con avena y unas clases de ajedrez, como a todo el mundo, y le descubrió un mundo nuevo y prometedor.


Después de largas caminatas diarias de cinco o seis kilómetros para recibir más clases (mal vistas por los hombres de su pueblo, que consideraban el ajedrez un juego de blancos), Phiona Mutesi tardó un año en aprender los secretos de aquel bendito juego, según ha contado.

Con 11 años ganó el campeonato juvenil de su país. Poco después pudo salir por primera vez de Uganda para ir a un torneo en Sudán. Supo lo que era volar en avión y dormir en una habitación de hotel. Al volver a su casa, las preguntas no eran sobre la competición o su elección de aperturas, por supuesto. ¿Has montado en el pájaro plateado? ¿Por qué has vuelto? Ella, a su vez, lo primero que quiso saber es si tenían suficiente comida para el desayuno.
En 2010 participó en la Olimpiada de Khanty-Mansisyk (Siberia), donde conoció el hielo. El año pasado repitió en Estambul, donde se convirtió en la primera africana que lograba un título de la FIDE. 


Le queda un largo camino para ser una de las grandes, pero ha adquirido mucha experiencia y trae fábrica la decisión de llegar a ser una gran maestra.

La gran ajedrecista en su vida cotidiana en Uganda .
La jóven ugandesa enseña las medallas que cuelgan en la pared de su casa.
Phiona Mutesi-Kampala-AFP.jpg
 Phiona se convirtió en los últimos años en una jugadora de ajedrez de nivel mundial.
"El ajedrez me dio la oportunidad de regresar a la escuela y me enseñó que hay otra vida", dice Phiona.Viajó a Sudán, Turquía, Estados Unidos, e incluso a Siberia. "Cuando vi la nieve, pensé que estaba en el cielo", escribió en una carta a su madre.


martes, 25 de marzo de 2014

EL ASQUEROSO NEGOCIO DE LOS FALSOS HORFANATOS EN CAMBOYA Y OTROS PAISES COMO HAITÍ, O ETIOPÍA, O QUE DECIR DE CHINA!!






EL PERIODISTA DEL MUNDO,DAVID JIMÉNEZ Phnom Penh....Nos cuentas que Los niños,muchosson  robados, son vendidos o entrenados para conmover a turista Cientos de hospicios infantiles han sido creados en los últimos años en Vietnam, Tailandia o Camboya, donde siete de cada 10 niños enrolados mantienen al menos un progenitor con vida, según UNICEF... La mayoría de los menores son sacados de su entorno familiar con la promesa de una educación o a cambio de pequeñas compensaciones económicas para sus padres, entrenados para actuar en espectáculos delante de los turistas y confinados durante años con el único propósito de atraer nuevas donaciones. «Toda una industria ha crecido en torno a la visita de miles de turistas», según los responsables de la campaña Los niños no son atracciones turísticas, organizada por la ONG Friends International con el apoyo de Unicef.

«Yo no soy una atracción turística»
Imagen de la campaña " Children are not tourist...
Imagen de la campaña " Children are not tourist attractions" de la organización ChildSafe. 

¿Aprovecharía su fin de semana para visitar un orfanato en Madrid? Los organizadores de la campaña «Los niños no son atracciones turísticas» aseguran que sería impensable. Es más, en la mayoría de los hospicios no sería posible sin antes concertar una cita justificada. Hacerlo en países subdesarrollados, sin embargo, se ha convertido en una tradición para miles de turistas, a menudo con la mejor de las intenciones. «Los orfanatos se han convertido en parte de la experiencia del viaje», se lamentan desde Friends International, organizadores de la campaña. El resultado ha sido una competición por atraer el mayor número de visitantes, aumentando los ingresos con donaciones, espectáculos protagonizados por los niños y venta de productos. Un negocio que muchos han decidido explotar.

Más de la mitad de los hospicios de Camboya son tapaderas para ganar dinero y muchas niñas son vendidas y agredidas sexualmente por pederastas, Camboya es el país mas visitado por estos desgraciados enfermos mentales del sexo, que se merecen un castigo de lo peor sin dudarlo por aprovecharse de la pobreza de esta gente y de los malditos desalmados que se ofrecen niños psicópatas y violadores, sin ser de su sangre sólo por ganar dinero. 
Según los periodistas del periódico el mundo, lo primero que sorprende del Hogar para Niños Desnutridos de Dong Da es la posibilidad de visitarlo sin cita previa ni supervisión, algo que no sucedería en un centro similar occidental. El hospicio acoge a 60 niños en un edificio de cuatro plantas situado en un suburbio de Hanói. Minh, de nueve años, asegura que sus padres viven a 10 minutos del orfanato y que fue enviado con la promesa de recibir una educación gratuita. 

Su formación incluye unas frases en inglés sobre las necesidades del centro. «Mucho frío en invierno», dice señalando el baño compartido donde se duchan los menores. La directora, Vuong Thi Thu Thuy, admite que una parte importante de los niños no son huérfanos, pero asegura que la separación de su entorno es necesaria por la situación económica de sus familias. «Están mejor aquí», asegura.
Ruth Golder y una cooperante amiga suya, esta sinvergüenza sacaba dinero de miles de aportaciones que solo usaba para ella, los niños llegaron a estar desatendidos y desnutridos por culpa de esta mujer con cara de bruja.
La Policía camboyana rescató en marzo del año pasado a 21 niños que se encontraban en el orfanato Love Action de Phnom Penh, creado por la cooperante australiana Ruth Golder. El hospicio llevaba años operando sin estar registrado y recibía decenas de miles de euros al año de particulares, pero los menores se encontraban desnutridos, estaban desatendidos y sufrían constantes abusos, según una investigación de la organización humanitaria SISHA
*
El número de orfanatos creados en Camboya con la única intención de participar en el negocio de las adopciones aumentó después de que Angelina Jolie adoptara a su hijo Maddox en el país asiático en 2002. La gran actriz también adoptó un niño Vietnamita y una niña etíope como podemos ver en la foto de abajo. ......¿...? 
*El caso de la actriz fue gestionada por Lauryn Galindo, una ex bailarina hawaiana que terminó en la cárcel acusada de dirigir una organización dedicada a las adopciones ilegales. Poco después de su detención, varios de sus colaboradores, incluido dos hombres que habían trabajado para ella como chóferes, abrieron sus propios orfanatos. Parejas occidentales pagaban hasta 20.000 euros por acortar un proceso que se reducía a unos pocos meses, en lugar de los dos o tres años que suponía seguir el procedimiento ordinario. Madres a las que se les robó a sus hijos han reclamado desde entonces sin éxito, en ocasiones manifestándose frente a los orfanatos donde fueron confinados sus bebés. Muchos terminaron en Estados Unidos, Europa o Australia.

*ESTA ORGANIZACIÓN SE DEDICA HACER UNA PERFECTA CAMPAÑA, PARA EVITAR FALSOS CUIDADORES EN HORFANATOS DE PAÍSES POBRES. 
http://orphanages.no/
La irrupción de la industria de los falsos orfanatos ha llevado a un grupo de cooperantes anónimos a crear la organización Orphanages.no, desde la que denuncian que los hospicios se han convertido en «el problema, no la solución» para la infancia de países pobres. Los miembros de la asociación, todos ellos con años de experiencia en ayuda humanitaria en Camboya, aseguran que las buenas intenciones de miles de visitantes están dañando el futuro de los menores a los que desean ayudar, generando grandes beneficios para redes criminales. «Pocos turistas o voluntarios están cualificados para interactuar con niños traumatizados o vulnerables», aseguran desde Orphanages.no, que ha lanzado una campaña contra la propagación del voluntariado no profesional.


ADOLFO SUÁREZ,TRISTE ADIOS A UN GRAN PRESIDENTE, HONRADO Y BUENA PERSONA QUE SE PREOCUPÓ POR ESPAÑA, COMO NINGÚN POLÍTICO HASTA HOY EN DÍA.


El ex-presidente del Gobierno Adolfo Suárez, murió el día 24 de marzo en torno a las 15 horas en la Clínica Centro de Madrid, después de que el viernes su hijo hiciera público que la enfermedad neurológica que sufría había empeorado. Suárez, hito en la historia de la democracia de España, falleció rodeado de sus hijos y de familiares.
Adolfo Suárez (izda.) el día del intento de golpe de Estado de Tejero, el 23 de febrero de 1981, el entoces presidente de España, se enfrentó a ellos pasando a la historia por su valentía y su imposición como presidente del pais, instando a que se fueran de las cortes inediatamente.

El Congreso de los Diputados, fué el lugar para instalar la capilla ardiente el ex presidente Adolfo Suárez, en el Salón de Pasos Perdidos, así lo aceptó su familia.Se han decretado tres días de luto oficial en toda España en homenaje al ex-presidente.

Cartel del CDS, el centro avanza, Centro Democrático y Social, Con Adolfo Suárez en cabeza , para las elecciones de 10 de junio de 1987.
Adolfo Suárez González fue un honrado y excelente político y abogado español de profesión, presidente de Gobierno de España entre 1976 y 1981 fué el primer presidente de la España democrática ,estudió en la universidad de Salamanca.
Nació en Cebreros Ávila, en el año el 25 de septiembre de 1932.Siendo joven decía que sería el primer presidente de la Tercera República. En 1948 se matriculó en Derecho en la Universidad de Salamanca, licenciatura que obtuvo en 1954, y realizó el servicio militar en Melilla.
 El rey Don Juan Carlos y el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, en año 1976.
Adolfo Suarez junto a los reyes en el año 1979 con quienes mantuvo una gran amistad y apoyo al monarca y a su familia.
Don Juan Carlos dialogando con este gran político y  persona se dice de él. 


El monarca estuvo muy emocionado el día que Adolfo Suárez falleció, comentado a toda España que se iba un gran amigo y apoyo para él.




Adolfo Suárez jurando su cargo como presidente de España ante el rey Don Juan Carlos.
Adolfo Suárez siempre estuvo muy enamorado de su encantadora esposa, que tristemente falleció en 2001 de cáncer y que se dice que desde entoces su dolor, se avalanzó sobre este gran hombre, quien después empezó a padecer una enfermedad neuro-degenerativa irreversible, de la que ya no se pudo recuperar nunca en estos 12 últimos años.


Adolfo Suarez junto a su esposa y sus 5 hijos cunado eran pequeños,la mayor Marian, falleció de cáncer hace pocos años y Sonsoles, la pequeña lo superó hace poco también.

Adolfo Suárez ante la bandera de España en su despacho de La Moncloa cuando era presidente.
*Político y abogado, fue presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981 con el partido Unión de Centro Democrático (UCD). Tras presentar su dimisión, continuó en la política al frente del Centro Democrático Social (CDS), pero fue perdiendo peso y poco a poco se fue retirando de la vida pública. En 2003 le fue comunicada una enfermedad neurológica, siéndole concedido por el rey Juan Carlos I, y  el ducado de Suárez, con grandeza de España, además de ser caballero de la Orden del Toisón de Oro.



Ha sido enterrado en la catedral de avila como los grandes de España junto a su esposa fallecida hace varios años .
DEP.

SABINE KUEGLER UNA HISTORIA ESPECTACULAR Y FASCINANTE,UNA VIDA REAL LLEVADA EN UNA SELVA PERDIDA CON UNA TRIBU LLAMADA FAYUS, QUIENES ANTES ERAN CANÍBALES

Sabine Kuegler tiene el alma partida en dos según cuanta ella misma.Un mal que empezó a sufrir el día en que decidió regresar a la civilización. Cuando esta mujer de 32 años puso por vez primera los pies en la jungla era una pequeña y rubia niña blanca europea de cinco. 

Hija de lingüistas y misioneros protestantes alemanes, Sabine creció en el Valle Perdido, un altiplano aislado en la selva de Papúa occidental. A los 17 años regresó a Europa, y  ha escrito un libro en el que cuenta lo que un día fue su infancia junto a los fayus, una tribu de guerreros que antaño eran caníbales y que se ha llevado también a la gran pantalla, en una preciosa y bonita película, contando esta fascinante vida de ella misma y su familia en esta convivencia junto a esta tribu que acabaron aceptándoles y respentádoles de verdad


Ese paraíso que ahora desvela en un libro autobiográfico –Das Dschungelkind (La niña de la jungla), editorial Droemer Knaur– forma parte de Papúa y Nueva Guinea, en el este de Indonesia. La casa de la familia Kuegler se encontraba en un claro al borde del río Klihi. Sus vecinos eran los fayus, una tribu de guerreros, antaño caníbales, que conviven con los cadáveres de sus parientes hasta que sus cuerpos se deterioran y sus huesos se convierten en adornos de sus cabañas. Huesos de avestruz atraviesan sus narices, y desconocen el uso del metal. 
Sabine tiene una deuda con aquel mundo bañado en colores y olores intensos, con aquella región tan atractiva para antropólogos y etnólogos. Sus 400.000 kilómetros cuadrados representan uno de los espacios más ricos del mundo en variedades de flora y fauna. Desde su retorno a la civilización en 1989, a la edad de 17 años, la chica de la jungla, por diversos motivos, nunca ha vuelto a Papúa, a pesar de que sus padres, Klaus y Doris, permanecen en aquel lugar. Ambos visitan una vez al año a su hija en Europa, y cuando se desplazan a comprar comida hasta Jayapura, capital de Papúa occidental, hablan por teléfono. 
Hoy, Sabine vive en un piso en Buxtehude, una aldea al norte de Alemania, cerca de Hamburgo. Y echa de menos la naturaleza perdida. Se lamenta: ahora, para ver a algunos de esos animales que fueron sus compañeros en la selva y por los que sintió tanta fascinación, su única posibilidad es visitar un zoológico. 
Tres días de viaje en avión, avioneta, canoa y una caminata, y años de añoranza y sufrimiento, separan a esta mujer de su infancia. Abandonó aquel entorno con la idea de regresar. Al no despedirse definitivamente y jamás acostumbrarse del todo a la vida civilizada, quedó como suspendida en el aire, instalada en un frágil lugar de nadie. 
Sabine jugaba de niña con arañas y papagayos, comía carne de cocodrilo y gusanos, y usaba arco y flecha. Hasta que un día se sintió atraída por “el otro lado”. Su único contacto con el mundo moderno durante aquel tiempo fueron las clases del colegio a distancia, los libros que leía y que caían del cielo cada tantos meses, cuando una avioneta arrojaba el correo. 

La civilización soñada se encontraba a miles de kilómetros de distancia, pero ella sentía que la esperaba para descubrirla. Sin embargo, su expedición hacia nuestra jungla de edificaciones y normas resultó un callejón sin salida. Sabine tuvo cuatro hijos de dos padres; los de 13 y 11 años de edad viven con su progenitor en Suiza; los otros dos, de tres y cuatro, con ella. 

Descubrió al otro sexo al llegar a Europa, al ingresar en un internado de Montreux (Suiza). Una compañera se encargó de introducirla en el ambiente de los adolescentes europeos y le explicó el “sexo seguro” con un plátano y un condón en la mano. Sabine dejó de ser ingenua en cuestiones prácticas, pero quizá no lo suficiente. El primer hombre que conoció fue un modelo francés, “el hombre más atractivo” que había visto nunca. Estaba casado. 

Del segundo quedó embarazada y hubo boda. Sobre su actual matrimonio no dice más que “él vive en Japón”. Le cuesta admitir que su ex marido es uno de los motivos, además del dinero, que le impiden el regreso a Papúa. 
Él no permite a sus hijos el viaje a Indonesia. Así que, en su vida moderna, Sabine se conforma con recordar, al menos hasta este verano. Por primera vez, tras 15 años de ausencia, volverá sola por un mes al lugar donde se crió. 

Siempre se interesó Sabine por la aventura. De chica, cuando hacía los deberes en la cabaña de madera situada al borde del Klihi, pensaba en todas las tentaciones que le esperaban fuera. Ningún texto, excepto El libro de la selva, podía competir con aquella vida excitante cuyos elementos hostiles eran los jabalíes, las infecciones, la malaria… En aquella vida, los juguetes y compañeros tenían patas, pelo, nombres: el ratón George, el papagayo Bobby, la araña Daddy Long Legs, los avestruces Hanni y Nanni, el canguro Jumper, el cuscus (parecido al perro) Wooly… En esta colección animal sólo faltaba un cocodrilo. 

Un día, Sabine amontonó las ollas, trapos, botellas de aceite y cuchillos de la familia en la mesa de la cocina. Su madre preguntó qué hacía. “Necesito tus cosas”, respondió ella. “Allí fuera me está esperando un fayu que me dará un bebé de cocodrilo a cambio”. Se interesaba la madre: “¿Y dónde vivirá?”. El hogar del nuevo amigo iba a ser un cubo que servía para recoger agua del río, lavarse y cocinar; uno de los utensilios de supervivencia más importantes de los Kuegler en el Valle Perdido. El bebé cocodrilo que, según Sabine y el fayu, valía lo que todos los objetos, jamás entró en la casa. Siguió su camino por donde debía, por el agua. Su especie tenía la carne más rica y sabrosa de la selva de Papúa, aparte de la de víbora. Sabía a cerdo. 
Sabine Kuegler nació en Patan (Nepal), pero cuando tenía cinco años, sus padres y sus dos hermanos (Judith, de siete, y Christian, de tres) se trasladaron a Papúa. Allí, el matrimonio Kuegler quería investigar la lengua de los fayus contando con el apoyo de una sociedad cristiana estadounidense, la Wycliffe, y del Summer Institute of Linguistics de Tejas. En Papúa occidental vivían 250 pueblos indígenas, y muchos sufrían ataques guerrilleros. 
Se instalaron en principio en Danau Bira, una base selvática levantada por antropólogos, pilotos y misioneros para ahorrarse, entre una y otra expedición a la jungla, los 500 kilómetros hasta Jayapura. Dos años más tarde, los Kuegler se mudaron a un lugar aislado del mundo que papá Kuegler había descubierto un día. Él aspiraba a aprender el idioma fayu y a intentar salvar su cultura autóctona, a punto de desaparecer. 
Los fayus desconocían entonces hasta su propia historia a causa de la guerra continua que les obligaba a concentrarse en su supervivencia. El padre de Sabine estaba seguro de que el sistema de venganzas desembocaría en la extinción de los aborígenes de la región. Cuando los Kuegler entraron en su mundo quedaban unos 400, de los varios miles que un día habían sido. Se sabe que algunos grupos no se limitaban a matar al enemigo; también lo devoraban. Sabine nunca vio que un ser humano se comiera a otro, pero asegura que sí, que allí, “río arriba”, existía el canibalismo. La familia no corría peligro. No se encontraba en guerra con nadie. Simplemente vivía allí y representaba otro modelo de convivencia. 
Aclara esta mujer que muchos aún creen que los misioneros llegan a cualquier sitio, agitan la Biblia y gritan: “Sois todos pecadores y os vais al infierno. Tenéis que hacer lo que os predico”, pero que eso no es así. “Mi padre siempre nos decía que no se puede obligar a la gente a nada, que debíamos servirles de ejemplo: ‘Lo hacemos si vivimos lo que creemos, y así ellos verán si quieren aprender, por ejemplo, a perdonar, en vez de matarse por venganza”. 
Al principio, a Sabine le costaba trabar amistades, a pesar de ser una niña despierta y rebelde. Cuenta que ella y sus hermanos jugaban mucho al borde del río y que “los niños fayus permanecían sentados contra un árbol o se agarraban de sus padres, y no se reían jamás”. 

Luego entendería la razón. Vivían aterrorizados, pues en cualquier momento podían ser atacados por el enemigo. Delante de la casa de los Kuegler, los cuatro grupos de la tribu fayu se enfrentaban en sangrientas peleas cuyo motivo nadie recordaba. El lema era “ojo por ojo”. Pero el lugar se convertiría luego, sostiene Sabine, “en una plataforma para reunirse y hablar”. El proceso de paz se inició cuando los Kuegler no soportaron más esa crueldad; el día en que Judith cayó en estado de pánico al escuchar el inicio del baile de guerra. El padre salió corriendo de la casa. 
Por primera vez, el hombre blanco se enfurecía. Los fayus se detuvieron al ver que Klaus, en vez de atacar, los abrazaba. Les mostró que existía el perdón. Quizá ayudó que la familia misionera vivía en una especie de zona neutral. Recuerda Sabine que “de repente tenían un motivo para encontrarse sin matarse: todos querían ver al hombre blanco”. 
Uno de los mejores amigos de la selva de Sabine fue Tuare. Todo comenzó cuando éste le regaló un arco con flechas. Surgieron luego otros, gracias a la lluvia. Ésta transformó una colina al borde del río en un tobogán de lodo. Cuando los hermanos Kuegler se tiraban por él al agua, se aproximaban todos los niños de la vecindad. El río era el centro de la vida social del Valle Perdido. Servía para desplazarse, para pescar, para bañarse y para entretenerse. Incluso para salvar la vida, cosa que ocurrió cuando una manada de jabalíes atacó a Judith. Ella saltó al agua mientras los demás treparon a tiempo a los árboles para escapar de la mayor amenaza de muerte de aquella selva. 

Aparte de los jabalíes, Sabine no recuerda que los animales fueran algo peligroso. Al contrario, muchos orientan, cual relojes, a esos hombres que viven aún en la edad de piedra. Cada hora del día se identifica por algún animal. El canto de los pájaros llenaba a Sabine de alegría. Por la mañana, uno; por la tarde, otro. “Se producían cambios de sonidos y siempre sabías qué era lo que venía; una variación anunciaba una gran tormenta o que iba a temblar la tierra”. Los animales, con su “instinto fenomenal”, les advertían del futuro. “El cielo estaba azul, pero si un tipo de rana aparecía, sabíamos que la lluvia estaba cerca”. Existen unas 700 variedades de pájaros en Papúa occidental; muchas de las 200 variedades de serpientes son venenosas, pero Sabine vio una sola vez que una mordiera a alguna persona. 
“Mucha gente me critica porque describo el lugar de mi infancia como un verdadero paraíso. La vida no lo era, desde luego, pero sí la naturaleza”, se defiende esta mujer, exótica a su manera, a la que es fácil imaginar narrando anécdotas a sus cuatro hijos, disfrutando al recuperar esas imágenes del pasado, un placer del que parecen gozar su cuerpo, sus gestos, su voz. “Ya de niña me sentía muy unida a aquella naturaleza. Amaba los atardeceres. No puedes imaginar la felicidad que se siente al ver el cielo teñido de rojo, ¡o las estrellas! Se veían tan cerca que creías tocarlas”, explica con convicción. 
La chica deportiva, alta y delgada, de pelo corto marrón y ojos de un verde tropical, añora andar descalza y sentir el calor extremo, estar con personas “que te saludan con cara radiante”. Aunque, al principio, cuando llegó a Papúa occidental no fuera así. Se asustó al ver las expresiones serias, las miradas oscuras de los indígenas. Chilló, y su padre la arrastró hacia el jefe de la tribu, que la saludó con un restregón de frentes que la dejó marcada con el sudor ennegrecido de polvo ajeno. Pero aquél fue un temor en nada comparable al terror que sentiría Sabine a los 17 años, cuando aterrizó en Hamburgo y tomó el tren (el primero de su vida) rumbo hacia su nueva existencia en el internado suizo. 

En aquel terrible momento, una conocida de sus padres la dejó sola en la estación central. Le entregó su billete y le dijo que fuera al andén 14. Ella no entendía, y preguntó a un policía qué significaba andén. Éste la miró con tanta extrañeza que ella corrigió inmediatamente su pregunta: “¿Dónde queda el andén 14?”. “¡Me entró pánico! ¡Estaba segura de que moriría allí mismo!”, exclama. Tan concentraba estaba en detectar los peligros de la civilización que no recuerda nada más de aquel primer instante. Fue un choque cultural. 
El año pasado, Sabine escribió su autobiografía. Das Dschungelkind nació de la esperanza de liberarse de traumas y miedos, de encontrarse a sí misma, aceptarse, asumir que es distinta y siempre lo será. Lo hizo, dice, para descubrir a qué lugar pertenece. Y lo consiguió en parte. “Al finalizar el libro sentí que aún me queda por cerrar un capítulo de mi historia. De joven me dije: voy, estudio y regreso. Pero no lo hice”. Y tras un largo suspiro añade que su vida ha sido como una travesía “a ninguna parte”, como cuando viajas de continuo y siempre tienes “la maleta hecha”. 
Sabine kuegler en  medio, junto a las actrices que interpretaron su interesante y maravillosa vida en la selva.

Lo que sí ha cambiado es que ahora identifica mejor sus necesidades, la manera cómo desea vivir. Estudió economía, trabajó en hostelería y el año pasado abrió una agencia de comunicación. Pretende producir documentales, libros, artículos que traten de emociones, “del amor, el luto, la paz y la guerra”. Los protagonistas tendrán una historia que contar igual que la tiene ella, su primer producto promocional. 

Sus hermanos Judith y Christian viven en EE UU y están libres de esa inseguridad y añoranza, de esa extrañeza existencial que le quita el sueño a Sabine y en cuya desesperación llegó un día incluso a herirse en los brazos con una hoja de afeitar, hasta que su instinto de supervivencia la hizo reaccionar ante la sangre a su alrededor. 
Los padres de Sabine, que trabajan hoy para una organización local y con apoyo del Gobierno indonesio en su protección de los fayus (los peligros del desarrollo no se han parado ante sus tierras, pero se mantiene su número en los últimos años y ha mejorado su esperanza de vida de 35 a 50 años), hubieran preferido que esta “hija de la selva” viviera con ellos, en aquel lugar donde tan bien encajaba. 

Pero ella dice que comienza a integrarse, que ahora tiene “un seguro de vida y esas cosas que se tienen en Occidente”. Con 30 años recibió su primer carné de identidad y se enorgulleció de ello. Según su pasaporte, es alemana. “¿Pero, qué quiere decir ser de un país?”, pregunta. 
En su libro suena más convencida: “Aquí, junto al pueblo de los fayus recién descubierto, que se caracterizaba por una brutalidad terrible y por el canibalismo, que vivía en la edad de piedra y que un día aprendió a amar en lugar de odiar, a perdonar en vez de matar; aquí cambió mi vida, junto a esta tribu que pasó a ser una parte de mí, igual que yo a ser una parte de ella… Ya no era la niña blanca que venía de Europa. Me convertí en una aborigen, en una fayu”. 

http://carmenlobo.blogcindario.com/2005/03/00069-desarraigo-sabine-kuegler.html